Utopías de la era digital
Criptocomunismo. Autor: Mark Alizart. Género: ensayo. Editorial: La Cebra. Traducción: Manuela Valdivia.
RUBÉN H. RÍOS
Como se sabe, Satoshi Nakamoto es el misterioso programador (o el avatar de un equipo de programadores no menos enigmáticos) que en 2009 creó el protocolo Bitcoin, el software, la red del mismo nombre y la primera criptomoneda (o moneda digital), las bitcoins. Desde ese momento hasta ahora, no sólo el invento criptográfico de Nakamoto se desarrolló como alternativa a las transacciones financieras bancarizadas sino surgieron, además, las altcoins (cualquier criptomoneda no bitcoin) y tokens (piezas de código de programación que corren sobre cadena de bloques o blockchain y que los usuarios pueden transferirse entre sí como valor), incluso muchas de ellas con cotización de mercado. Es cierto que la alta volatilidad de las criptomonedas, los fraudes y la ilegalización en algunos países (cada vez menos) no las han hecho confiables masivamente. De cualquier manera, para el filósofo francés Mark Alizart (1975) esta tendencia hacia la descentralización del dinero – es decir, hacia el final de los bancos centrales y privados – es irreversible.
Con ello se realizaría la utopía libertaria (anarcocapitalista, en otros términos) que al parecer inspiró a Nakamoto y Vitálik Buterin, el cofundador de Ethereum (una plataforma de criptomoneda blockchain de creciente cotización), de un capitalismo verdaderamente libre, sin las coerciones del Estado, un criptocapitalismo descentralizado que permite a los market-maker emitir su propia moneda, establecer su propia política monetaria y constituir sus propias reglas de mercado, en el cual los usuarios fijan el valor de los bienes y servicios que intercambian libremente y de forma anónima, sin intermediarios ni pagar impuestos. Según Alizart, los criptoanarquistas continúan de modo más pragmático a los que llama “tecno-hippies” (en realidad, los viejos hackers, como Captain Crunch o Linus Torvalds) y a sus herederos, los ciberpunks, quienes inventaron las tecnologías para hacer anónimas las conexiones y encriptaron los mensajes, con lo que dieron lugar al nacimiento de las bitcoins.
El esfuerzo teórico de Alizart ante la emergencia del criptocapitalismo consiste en defender la posibilidad de un criptocomunismo, mejor dicho, de un “cripto-anarco-comunismo”, en la medida que rescata del olvido la posición de Marx contra el Estado (el interés particular disfrazado de interés público) y su alianza con el anarquismo durante la Primera Internacional. Es más, considera que existe cierta afinidad entre el antiestatalismo marxiano y el comunismo como asociación de hombre libres y el Manifiesto Criptoanarquista (1988) escrito por Tymothy C. May – miembro fundador del grupo pro-criptografía Cypherpunks –. También, entre otras correcciones al pensamiento de Marx, apela al celebérrimo “fragmento sobre las máquinas” (en los Grundisse) y al concepto de General Intellect, reformulado como la cooperación a través de redes lingüísticas e informáticas que define hoy el trabajo inmaterial, de manera de dotar a las criptomonedas de un significado revolucionario de izquierda libertaria.
Sin embargo, es dudoso que Alizart consiga lo que se propone. Aparte de una manipulación abusiva de las nociones de entropía y negentropía (o entropía negativa), el criptocomunismo que imagina es una especie de Arcadia digital, una red de vegetación artificial pensante, con la cual la humanidad vivirá en simbiosis. En resumen, la idea más sugestiva que arriesga, y al margen de la tradición marxista, es la que trata acerca la apropiación colectiva de los medios de producción monetaria, con el fin de abolir la privatización del dinero.
Publicado el 29 de noviembre de 2020 en el suplemento cultural del diario Perfil, con el título “Por una Arcadia digital”.
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