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Simondon y el devenir de la individuación del ser

La individuación a la luz de las nociones de forma y de información. Autor: Gilbert Simondon. Género: ensayo. Editorial: Cactus/ La Cebra. Traducción: Pablo Ires.

RUBÉN H. RÍOS

Se diría: los libros fundamentales tardan en publicarse. No todos, desde luego, pero algunos solo tardía o póstumamente son reconocidos como textos notables y decisivos para toda una época. Es el caso de La individuación a la luz de las nociones de forma y de información de Gilbert Simondon (1924-1989), alumno de Merleau-Ponty y Canguilhem, y uno de los filósofos con mayor influencia en Deleuze y Guattari, sobre todo en el primero de ellos, y también en Baudrillard, entre otros. Presentada en 1958 como la parte principal de una tesis doctoral doble, esta obra marginada del circuito académico se publicó de modo parcial durante los 60, hasta que la editorial Jérôme Millón de París en 2005 la dio a conocer completa. De hecho, El individuo y su génesis físico-biológica (1964) de Simondon, que Deleuze reseña en 1966 y cita por primera vez en Diferencia y repetición (1968), y cuya profunda marca no desaparecerá nunca del pensamiento deleuziano, es solo una parte de un extenso y erudito tratado sobre la individuación física, biológica, psíquica y colectiva que se ubica tanto en las antípodas del hilemorfismo y del positivismo como de la ontología hegeliana y heideggeriana. Se entiende por qué ha interesado a Deleuze.


La ontogénesis simondoniana se opone a la búsqueda del principio de individuación en algo (sustancia, ser, materia, etc.) anterior a la individuación misma y que la explique, ya sea operado antes (atomismo) o después (esquema hilemórfico donde hay individuo cuando la materia adquiere forma) según el modelo físico o el tecnológico. Todo consiste, por el contrario, en conocer el individuo físico, biológico o psíquico a través del propio régimen y modalidades de la individuación misma. Las categorías de unidad e identidad con las que se piensa ese ser preindividual que dirigen o determinan al ser individuado como su realidad última no sirven, puesto que justamente ellas provienen y se aplican al individuo que surge después del proceso de individuación. La oposición entre individuo y medio, o ser y devenir, suponen una ontología sustancialista, un ser preindividual estable y completo que no deviene y cuyas individuaciones sustancializadas son arrojadas a un mundo extraño al que deben adaptarse. La individuación, por lo tanto, no muestra más que las fases del ser en tanto devenir de él mismo desdoblado y desfasado al individuarse como solución, siempre problemática, de un estado de “metaestabilidad” original que le impide cualquier unidad consigo mismo.

Sobre la base de este concepto de sistema “metaestable” (también ápeiron, es decir, lo indefinido, de ilimitado de Anaximandro) para definir el ser preindividual, y en el cual se integran – en gran parte reformuladas – nociones como energía potencial, entropía e información (en cuanto neguentropía y no como código conforme a la teoría cibernética), Simondon organiza un extraordinario edificio ontogénetico a partir de la individuación física, donde estudia el estado que antecede a la génesis de los cristales y los seres vivientes, para coronar todo ello en la individuación psíquica y colectiva, que son reciprocas y transindividuales, del individuo humano. Si el ser deviene en las individuaciones como respuesta a su problematicidad primitiva, si es ese devenir, lo viviente (a diferencia del cristal o la molécula) se presenta como un ser problemático que no termina nunca de individuarse o se individúa permanentemente. El psiquismo, por consiguiente, es la continuación de la individuación en ciertos seres que para resolver su propia problemática se incluyen ellos mismos en cuanto parte del problema. Con el psiquismo nace el sujeto, la dualidad psicosomática que expresa lo individual y lo preindividual, el desdoblamiento de lo viviente en un campo perceptivo-activo y otro afectivo-emocional, el cual solo se resuelve en la individuación colectiva.

Ninguna reseña, ni la de Deleuze, puede dar cuenta de un pensamiento tan rico y complejo como el de Simondon en este libro postergado, pero cuya influencia todavía no ha concluido. En esta ontogénesis, el devenir no es devenir del ser individuado, sino devenir de la individuación del ser como una problemática abierta y relacional. Más aún: la relación tiene valor de ser. Por eso, para Simondon, el método para comprender la individuación (y la invención en el dominio del saber) se denomina “transducción”: la analogía sin análogo, a través de lo cual los seres individuados se propagan.


Publicado en el suplemento de cultura del diario Perfil el 23 de mayo de 2010, con el título “Un extraordinario edificio ontogenético”.





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