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La vida virtual del alma

Tener un alma. Ensayo sobre las existencias virtuales. Autor: Étienne Souriau. Género: ensayo. Editorial: Cactus. Traducción: Sebastián Puente.

RUBÉN H. RÍOS

Filósofo francés especializado en estética, profesor de filosofía y estética en la universidad de Lyon y, desde 1941 hasta el final de su vida, en la Sorbona, cofundador de la Revue d’esthétique, Étienne Souriau es un pensador sutilmente original. Publicado por primera vez en 1938, este libro reeditado por Cactus revela hasta qué confines puede llegar la filosofía cuando se interroga sin respuestas preconcebidas o presupuestos canonizados. Hay en ello un riesgo, y en Souriau se acumulan varios riegos: de definición de su “objeto” de estudio (el alma humana), de exposición (rigurosamente no académica), de argumentación (en gran parte, ficcional), de aparato crítico (el cual falta), en fin, de estilo (literario). Todo lo cual tiene como consecuencia una obra ensayística que aspira a lo poético y que aprehende, con suma delicadeza, los movimientos irreales, las posesiones insustanciales, los eventos abismales, la vida virtual de una entidad que existe y no existe: el “alma”.

Mejor dicho, que bien puede no existir. Esto en cuanto Souriau no aplica el nombre de “alma” al inconsciente, lo psíquico o la conciencia – como el psicoanálisis o la fenomenología –, sino a la realización concreta del mundo interior de un sujeto que organiza su psiquismo. Con mucho, el alma aquí consiste (e inconsiste también) en un tránsito, complejo y lleno de peligros reales e ilusorios, de lo virtual a lo actual. El alma es la relación con una idea que se tiene de los hechos que dan estabilidad particular a la vida psíquica y que, a veces, se consuma efectivamente. El problema de Souriau (nada fácil de explicar) se refiere a cuáles son las características de esa dimensión virtual y cómo se hace efectiva, actual, un halo de existencias de ensueño. La clave está en que cada cosa se determina a su manera en un plano de existencia (físico, ideal, afectivo, hipotético, virtual, etc.) donde aparece en sí misma, en su acmé o plenitud.

En el caso del alma, ni bien algo en el psiquismo consiente una verdad y un ser ideal con relación a los seres, ese resplandor puesto o supuesto se configura en el sujeto como semiexistencia. En la medida que para Souriau lo real es lo indefinido, todos los objetos se constituyen de esa manera, como bocetos que requieren de consumación. El gran error es creer que son apariencias de algo más real y no entes que existen por sí mismos. El alma y el extravío de sus virtualidades anheladas (roles impracticables, tentaciones, caídas del yo) se originan en el enigma que esos esbozos ontológicos plantean respecto del sentido de la vida y de la existencia personal. La tensión entre lo objetivo y lo subjetivo que surge en el alma encubre, por lo tanto, el conflicto entre lo actual y lo virtual. Según Souriau, la distensión se da como el contraste armónico entre dos temas psíquicos (el amor y la muerte, lo humano y lo divino, lo realizable y lo irrealizable) que, al durar, engrandecen el alma humana y se vuelven un destino. Más aún: una melodía inconfundible y acaso imperecedera.

Publicado en el suplemento de cultura del diario Perfil el 13 de febrero de 2022, con el título “Una melodía inconfundible”.




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