Catherine Malabou: la inteligencia artificial neuromórfica
Metamorfosis de la inteligencia. Del coeficiente intelectual a la inteligencia artificial. Autor: Catherine Malabou. Género: ensayo. Editorial: La Cebra.
RUBÉN H. RÍOS
El proyecto de crear una máquina pensante es muy viejo, tanto que se remonta a Raimundo Llull (1232-1316) y Leibniz (1646-1716), quien descubrió el código binario en las matemáticas chinas. La idea adquiere un nuevo impulso, hacia la mitad del siglo XX, con el proyecto de la cibernética de crear un artefacto basado en el funcionamiento sináptico del cerebro humano. Actualmente el criterio neuromórfico que domina el campo de la inteligencia artificial, el cual remite al modelo matemático de las neuronas de los cibernetistas McCulloch y Pitts (1943), ha dado lugar, entre otras investigaciones y experimentos, al chip neuronal TrueNorth desarrollado por IBM, y el programa Blue Brain (“cerebro azul”), iniciado en Suiza en 2002, que se propone dar a luz un neocórtex sintético modelado sobre el cerebro humano. La filósofa Catherine Malabou se refiere a estos dos proyectos, en un libro que intenta demostrar la semejanza (o la identidad) entre la inteligencia humana y la artificial.
En primer lugar, para ello se basa en que lo denomina “las tres grandes metamorfosis de la inteligencia”: los test de coeficiente de inteligencia (o “coeficiente intelectual”) a comienzos del siglo pasado, la inteligencia como resultado de la plasticidad cerebral (los procesos epigenéticos del cerebro) y la emergencia de la inteligencia artificial, tan “plástica” como la que imita. Según la autora, esta última constituye la cuarta herida narcisista de la humanidad que Freud no previó. Es decir, luego de la cosmología heliocéntrica, de la teoría de la evolución biológica de Darwin y del psicoanálisis, viene la degradación y captura de la inteligencia humana por su propia simulación informática. De aquí que estas máquinas pensantes, aptas para sustituir el trabajo mental humano, en tanto que superiores por su capacidad de cálculo y velocidad de procesamiento, pueden volverse incontrolables (lo que la startup Neuralink de Elon Musk se propone evitar) y reemplazar, en todo sentido, al hombre.
Sin embargo, para Malabou el inconveniente no reside en las computadoras sinápticas sino en algunos ciberempresarios (como Musk) que trasladan a los robots algorítmicos sus propios objetivos competitivos. El meollo se encuentra, más bien, en que el neuromorfismo de los microprocesadores les permite simular el “no-cálculo”, “lo improbable”, “la espontaneidad” y, por lo tanto, se presentan semejantes y diferentes del cerebro humano. Esto, según Malabou, debido a su velocidad y capacidad de cálculo, no a que justamente simulan el pensamiento, no porque las redes neuronales artificiales operan por recursividad (por “bucles” matemáticos), ni en cuanto solo metafóricamente imitan la conexión sináptica. Y no es que no lo sepa. Simplemente acepta que la inteligencia artificial “simula” el comportamiento cerebral y no se pregunta cómo es que los algoritmos realizan esa simulación, o dicho de otra manera, cómo piensa una máquina que imita (no siendo humana) la actividad de la red natural de neuronas.
Publicado en el suplemente de cultura del diario Perfil el 13 de octubre de 2024, con el título "El pensamiento simulado".
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