Byung Chul-Han, filósofo del vacío
- riosrubenh
- 3 may 2019
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Ausencia. Autor: Byung -Chul Han. Género: ensayo. Editorial: Caja Negra. Trad: Graciela Calderón.
RUBÉN H. RÍOS
En una nota publicada en en el suplemento cultural del diario Perfil (ver 21 de febrero de 2016) preguntábamos respecto de Byung - Chul Han: “¿La última estrella filosófica que celebra Occidente es un filósofo de la nada?”. Sobre la base de Filosofía del budismo zen (2002 en alemán, 2015 en castellano), todo lo indicaba, aunque no en sentido heideggereano, sino de los pensadores de la llamada escuela de Kioto o de la Nada (Zettai-Mu) del filósofo japonés Kitarō Nishida (1870-1945), entre otros. El nuevo libro de Han publicado en castellano (2007 en alemán), Ausencia, contribuye un poco más a responder afirmativamente a aquella pregunta sobre sus fundamentos ontológicos, porque no sólo vuelve al “vacío” del budismo zen sino que agrega el del taoísmo (constitutivo de aquel en China y Japón a partir de los principios budistas de la India) en una abierta confrontación entre “la cultura y la filosofía del Lejano Oriente” – según reza el subtítulo – y el pensamiento filosófico occidental, incluido Heidegger.
Si en Filosofía del budismo zen, Han empleaba la palabra śūnyatā (transliteración del sánscrito) para aludir a la “vacuidad” budista, en Ausencia (Abwesen en alemán, literalmente “lejos de la esencia”) se refiere a la misma noción con los caracteres chinos kōng (空) – “vacío” – y xū (虚) – “nada” –, este último respecto del vacío taoísta. También utiliza la partícula negativa wu (無) – “sin” –, como en Wu yu – es decir, “No-ser” – para mostrar la incidencia central en los pensadores zen y taoístas de la antigua China de la falta de conceptos como “ser”, “esencia”, “sustancia”, “yo”, “identidad”, “existencia” “duración”, primordiales en la tradición de la filosofía occidental. Todo ellos, sin embargo, y en eso consiste el blanco de la disputa de Han, se resumen en el principio fundamental de la ontología (al menos desde Parménides) que cuestiona: la “presencia”. Por otra parte, esto no es más que el planteo de Heidegger (de ahí el interés de la escuela de Kioto por su pensamiento), pero Han la somete a crítica como en definitiva la de un “filósofo de la esencia”.
De esta manera, Ausencia hilvana muy metódicamente un rosario de impugnaciones a la metafísica de la presencia, como diría Derrida, que atraviesa varios filosofemas heideggereanos – en primer lugar, gran parte de los de Ser y tiempo –, la monadología de Leibniz, las espirales del Espíritu absoluto de Hegel, el logos que se oculta de Heráclito, la voluntad de poder de Nietzsche, el alma platónica o kantiana. La eficacia de la confrontación funciona más o menos con evidencia en casi todos los filósofos occidentales que trata Han, pero menos con la metafórica nietzscheana. Es sabido que Nietzsche jamás concluyó sus meditaciones sobre la voluntad de poder y que nunca publicó ninguna obra con ese título, además de la aproximación al budismo en el cual reconoce a Buda como un fisiólogo a partir de una de las “nobles verdades”: la existencia es dolor. Han prefiere hacer silencio sobre ello, entre otros silencios.
En cualquier caso, Ausencia no se limita solo a la discusión filosófica. También expone en detalle cómo actúa el principio del vacío o la vacuidad (o el “no-ser”) en diversas prácticas de la cultura del “Lejano Oriente”: en el espacio desinteriorizado de las ciudades, en la ceremonia del té, en la pintura y el haiku (género poético japonés), en la cocina oriental que tiene por ingrediente básico el arroz (lo “insípido”), en el arte zen del jardín de piedra, en el bunraku (teatro japonés de marionetas) o el teatro nō. Todo ese interesantísimo recorrido, en la estrategia de Han, está el servicio de demostrar que el núcleo de la cultura de Oriente reposa en el vacío, en una concepción del mundo como ausencia, mientras Occidente se aferra a la presencia del ser como a su última ratio.
Publicado en el suplemento de cultura del diario Perfil el 28 de abril de 2019, con el título “Reposando en el vacío”.

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