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La parte maldita en la economía general de Georges Bataille

La parte maldita. Autor: Georges Bataille. Género: ensayo. Editorial: Las Cuarenta.

RUBÉN H. RÍOS

La reedición argentina de La Part maudite (1949), recupera, quizá cuando su influencia sea ha eclipsado con toda una generación de filósofos franceses, el núcleo del pensamiento de Georges Bataille (1897-1962). Con él empieza el nietzcheanismo de izquierdas o, también, posestructuralista, que contará entre sus máximos representantes a Foucault y Deleuze. Varios pensadores que alcanzarán cierta fama poco después, como el mismo Foucault, pero también Deleuze, Derrida, Barthes, Blanchot, Klossowski, Lyotard, Baudrillard y otros fueron colaboradores de la revista Critique que Bataille fundó en 1946. Al contrario de la mayoría de ellos, Bataille no ha sido reconocido tan masivamente y tal vez sólo uno de sus libros – El erotismo (1957) – acarició la gloria póstuma de convertirse en una obra canónica sobre el tema, cuando en realidad se trata del tomo II de La parte maldita (1947), cuya insignia rutilante es la de conformarse como un “ensayo de economía general”, en respuesta a esa “economía restringida” practicada por la ciencia económica moderna.

Si el filósofo y economista británico William Petty (1623-1687) fue en el siglo XVII el primero en analizar la esfera de la producción y en postular que el valor económico se origina en el trabajo, como admiten después Locke, Adam Smith o Marx, el primero en sospechar de este paradigma ha sido Bataille. En cuanto la economía política, desde los clásicos a los neoliberales, descansa sobre el presupuesto de la escasez y el principio, derivado de ello, de la producción (aun el énfasis de Keynes en el consumo tiene como propósito incentivar la actividad productiva), el concepto de “gasto improductivo” de Bataille desafía sus premisas básicas. En esta teoría, que se basa en parte en el Ensayo sobre el don (1925) de Marcel Mauss y en las ideas de Weber sobre el origen del “espíritu” del capitalismo, si bien el principio de pérdida de la “economía general” involucra la ostentación de riqueza, junto con las guerras y los juegos, las artes o la sexualidad perversa (o cualquier otra actividad de dilapidación y despilfarro), no define el consumo que se realiza dentro del circuito productivo y lo hace funcionar como un circulo virtuoso, sino lisa y llanamente el puro gasto, la pura suntuosidad, el derroche sin ganancia, la destrucción (la consumation) sin reservas.

Nada menos útil para la racionalidad económica que el “gasto improductivo”, pero justamente como dice Bataille en La noción de gasto (1933), el principio de la utilidad se muestra insuficiente para explicar los procesos de pura pérdida, disfuncionales a la determinación productiva. Al trueque como forma primitiva del intercambio se le opone entonces el potlach de los nativos del noroeste americano, una forma de don, de donación agonística de riquezas que se ofrece para humillar y obligar al donatario a devolver lo donado con creces a partir de la propia pérdida, aunque existen dones sin contradon posible. El gasto libre e incondicional ya aparece aquí ligado con el honor, la nobleza, el rango y sobre todo con la gloria que simboliza (sin clausurarlo) su objeto último, que más tarde servirá a Bataille para elaborar su concepto de “soberanía” en el inconcluso tomo III de La parte maldita, es decir, Nietzsche y el comunismo. El principio de pérdida como la otra parte – la “maldita” – de la actividad económica humana también regula en Teoría de la religión (1948) la clasificación de las sociedades históricas en tres grandes tipos: las arcaicas donde predomina el “gasto improductivo”; las que dilapidan sus riquezas en empresas militares o religiosas (o ambas a la vez); y la sociedad burguesa o moderna que rechaza el puro gasto y promueve la inversión productiva y la acumulación de capital.

En cualquier caso, la “economía general” de Bataille subordina la producción y la ganancia al consumo y al gasto inútil a consecuencia de reemplazar el principio de escasez por otro de abundancia surgido del movimiento de energía de la biosfera. En efecto, el “gasto improductivo” que acompaña al productivo a lo largo de la historia de la humanidad procedería de un excedente de energía de la materia viviente en el planeta, una vez que ha asimilado la suficiente para subsistir y crecer. Desde esta perspectiva, el hombre mismo es un “lujo” de la vida terrestre, un modo de resolver el problema del crecimiento (limitado por el espacio) a través de la potenciación de los recursos vitales por medio de la técnica inventada por la humanidad – y en esto resuena Marx, para quien el hombre se distingue de los animales al producir sus medios de producción. La teoría del excedente de Bataille, expuesta en La parte maldita, estudia la economía de las sociedades humanas dentro del conjunto económico más vasto de la energía vital, y propone un mundo tan exuberante que debe disipar y destruir improductivamente sus riquezas para poder vivir.

Publicado en el suplemento de cultura del diario Perfil el 13 de abril de 2008, con el título “Una teoría del puro gasto”.

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