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Deleuze sobre Marx

Derrames II. Aparatos de Estado y axiomática capitalista. Autor: Gilles Deleuze. Género: clases. Editorial: Cactus.

RUBÉN H. RÍOS

Edición, la primera en castellano, del curso impartido por Gilles Deleuze, en la Universidad de Vincennes, entre noviembre de 1979 y marzo de 1980, el cual – por decir lo menos – desarrolla un diálogo y una disputa implícita y explicita con el pensamiento de Marx a partir de varios conceptos fundamentales de El Anti-Edipo (1972) y Mil mesetas (1980), respectivamente la primera y segunda parte de Capitalismo y esquizofrenia escritas con Félix Guattari. Como dice el mismo Deleuze en una de las primeras clases, aborda el estudio de las formaciones sociales (o socio-históricas, en realidad) no con relación a los modos de producción sino a procesos maquínicos, es decir, “agenciados” por máquinas deseantes o flujos de deseo. Esto no necesariamente o no solo significa una puesta en discusión de algunas tesis marxianas sino, más bien y ante todo, una confirmación y reinscripción de ellas según las categorías que en Deleuze (y en Guattari) definen los sistemas sociales históricos, la génesis y las formas de Estado y el capitalismo.

En buena medida, pese a la filosofía de la historia de Marx que invierte la de Hegel, la estrategia de anexión deleuziana de otras constelaciones conceptuales – paradigmática en el Foucault (1986) debido al nietzscheanismo en común – logra apropiarse del análisis marxiano del capitalismo. El límite para esta integración al régimen maquínico del deseo, que también (como en Marx) responde al principio de la producción, lo traza el evolucionismo dialéctico del materialismo histórico, no tanto la lógica contradictoria de la lucha de clases (siempre puede pensarse en términos de relaciones de fuerzas antagónicas), y el trabajo como base social y regulador de los intercambios. La primera parte del curso, en la que Deleuze recurre a documentación historiográfica, se aplica a derrumbar esos obstáculos en la concepción marxiana de la historia y de la producción reducida al trabajo, y los reemplaza por la coexistencia histórica de las formaciones sociales primitivas y la teoría neoclásica del valor marginal como determinante del intercambio de bienes.

De la misma manera, en esta reconstrucción de la historia social y económica bajo la premisa de la producción deseante, que comienza con el surgimiento del Estado como aparato de captura y los imperios arcaicos de la era paleolítica (preagrícola y premetalúrgica), Deleuze muestra que la propiedad privada – problema esencial en Marx – y la esclavitud privada nace de los esclavos públicos liberados de la “sobrecodificación” imperial despótica, un analogon extendido del “modo de producción asiático” estudiado por el marxista húngaro Ferenc Tőkei. También se encarga de explicar la imposición del trabajo desde los despotismos primitivos, la creación de la moneda y la banca, los imperios tardíos (Egipto, Roma), los flujos “descodificados” de deseo – capital y fuerza de trabajo – que se constituyen con la decadencia del feudalismo y hacen posible la irrupción del capitalismo.

La apropiación de los conceptos marxianos empieza (aunque se viene prefigurando) en la segunda parte del curso, signada por el análisis del socius maquínico fundado por el capital como “axiomática” – noción que, sin más, Deleuze atribuye a Marx –, o en otras palabras, relaciones entre elementos no específicos que requieren modelos de realización (en este caso, los Estados-nación). Por igual, la abrumadora mayoría de la batería deluziana de conceptos dirigidos a caracterizar el capitalismo provienen de fuente marxiana: “riqueza abstracta”, “trabajo abstracto”, incremento relativo del capital constante (medios de producción) con relación al capital variable (salarios), “baja tendencial de la tasa de ganancia”, plusvalía, etc. Con una diferencia: su conclusión ya no es tan edificante como la de Marx.

Publicado en el suplemento cultural del diario Perfil el 18 de febrero de 2018, con el título “Otra clase magistral”.

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