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Entrevista con Alain Badiou

Esta entrevista con Alain Badiou sobre El ser y el acontecimiento, publicado en Argentina en esos días, fue realizada para el diario Página 12, pero el editor que la solicitó se negó a publicarla. Fue publicada, muy poco después, por el diario La República, de Montevideo, el 7 de mayo de 2000. Suplemento “Lecturas de los domingos”, pág. 10.

ALAIN BADIOU: “LA MÍA ES LA PRIMERA FILOSOFÍA ATEA”

Por Rubén H. Ríos

- ¿Se podría definir El ser y el acontecimiento como la muerte de Dios o de lo Uno, en tanto muerte del fundamento, demostrada matemáticamente?

- Si se piensa al ser como matemático simplemente no se necesita a Dios. En el fondo Dios ha muerto cuando los hombres dejan de tener necesidad de él. Si el Dios de la metafísica está vinculado al Uno y el infinito, hoy podemos pensar al infinito no como Uno, sino como múltiple infinito. De manera que ya no tenemos necesidad de esa operación intelectual que era el Dios de la metafísica. Quiero decir: el infinito no es trascendente, por lo tanto no tenemos necesidad de Dios como fundamento porque los axiomas filosóficos son axiomas de la inmanencia y no de la trascendencia.

- ¿Pero no hay un resto de metafísica en su pensamiento, en ese múltiple llamado “vacío”?

- El vacío es lo múltiple de nada. Entonces no es trascendente con respecto a lo múltiple. No podemos pensar el ser sin pensar la nada. Si el ser es múltiple la nada de este ser es el vacío. Pero todo esto permanece en lo inmanente y por lo tanto muy alejado de toda teología metafísica. Por eso digo a veces que mi filosofía es la primera filosofía atea. Porque pensar la muerte de Dios como la piensa Nietzsche lo lleva a mantener aún cierto absoluto: el absoluto de la vida. Y con esto mantiene cierta trascendencia.

- Lectura cercana a la de Heidegger.

- Heidegger tiene razón cuando dice que en Nietzsche todavía hay un elemento metafísico, pero sucede que también hay un elemento metafísico en Heidegger. Ya que en Heidegger hay una trascendencia historial del ser mismo. Por supuesto, Heidegger critica todo pensamiento del ser a través del Uno, como aprisionamiento del ser, sin embargo somete el pensamiento a una trascendencia historial del ser. No en vano Heidegger ha dicho que sólo un Dios puede salvarnos.

- También Deleuze es, para usted, un metafísico.

- Le recuerdo que Deleuze no es enemigo de la metafísica. Contrariamente a Heidegger, él no tenía el problema del fin de la metafísica. Como Nietzsche, Deleuze mantiene la trascendencia de la vida. Siempre sostiene el Uno, y el poderío, la potencia, del Uno. Eso es lo que yo llamo la metafísica de Deleuze.

- ¿Y su pensamiento, que usted define como “platonismo de lo múltiple”, que opera matemáticamente sobre lo múltiple para producir lo Uno, no tiene un efecto metafísico?

- Pienso que puede haber una metafísica que no sea teológica, en el sentido de la trascendencia. La cuestión fundamental es el Uno, Dios, y la operación de mi filosofía consiste en destituir el Uno en beneficio de lo múltiple puro. Usted puede decir que esta operación es metafísica, y en el fondo le doy la razón, pero es una metafísica de lo múltiple, una metafísica atea.

- Hay metafísica cuando hay ser como presencia.

- Sin embargo en mi filosofía el ser no es presencia. Porque lo que compone a lo múltiple es finalmente el vacío, con lo cual el ser se define más como sustractivo que como presente. Además, las metafísicas de la presencia están más volcadas a la poesía que a las matemáticas, puesto que el lenguaje que intenta traducir la presencia del mundo es poético. En cambio la escritura matemática, ya no se trata de un lenguaje, no presenta nada. Hay metafísicas de la presencia que son metafísicas del poema, y hay metafísicas sustractivas que son metafísicas del matema.

- Disculpe, pero su pensamiento puede leerse fácilmente como un poema matemático del vacío.

- Esa es una muy bella fórmula. Sin embargo voy a defenderme. Lo que llamo poema, tal como lo piensa Heidegger y Nietzsche, se vincula con la potencia del ser. En cambio, para mí, el ser es esencialmente impotente. Nada más que actualidad múltiple. A ese ser solamente se lo puede escribir matemáticamente. Es posible decir poéticamente al ser, pero siempre será algo distinto al ser puro. La poesía es poesía del ente y no del ser. Estamos ante un conflicto de interpretaciones, sin duda. La tradición nietzscheana se opone a esto, pero el siglo está dividido entre la posibilidad de una ontología poética y una matemática. Le recuerdo al primer Husserl, a Wittgenstein, a Lacan.

- ¿Pero esta línea, a la que usted se pliega, no corre el riesgo de liberar al pensamiento del poema y suturarlo ahora a las matemáticas, a la verdad científica?

- La sutura de la filosofía con el poema implica que el poema piensa el ser, siendo el guardián del ser. Como en Hölderlin o Trakl. En mi caso, no digo que la tarea de la filosofía y de las matemáticas sea la misma. La tarea de la filosofía no es el pensamiento del ser, es decir la ontología. Eso me diferencia completamente de Heidegger y de la tradición poética. El pensamiento del ser se cumple históricamente como escritura matemática. A partir de allí se trata de despejar las tareas de la filosofía de manera completamente singular, depurada de la carga ontológica delegada en las matemáticas. Mi pensamiento se ha volcado a las matemáticas para separar a la ontología de la filosofía, mientras Heidegger contrariamente se ha volcado al poema para anudarlo a la filosofía. La tarea de la filosofía es la cuestión de la verdad, que no coincide con la cuestión del ser.

- ¿La cuestión de la verdad, entonces, se vincularía con la verdad científica, la verdad política, la verdad amorosa, la verdad del poema? Si esto es así, ¿ cómo piensa usted el sujeto? Un sujeto sin objeto, según usted lo ha formulado.

- Es normal, si ontología y verdad no se corresponden, que haya registros de la verdad que no sean la verdad ontológica, matemática. Registros vinculados a otras situaciones, a otro tipo de acontecimientos. Aparte de la verdad ontológica, hay otras verdades para la existencia humana más importantes: la verdad política, la verdad amorosa, la verdad poética. La categoría de sujeto está ligada a la de verdad. Si admitimos entonces que una verdad, en una situación, es la consecuencia de un acontecimiento, habrá un sujeto de ese proceso, una práctica local de ese pensamiento verdadero. Y cada vez hará un sujeto singular, pero no se trata de una persona en el sentido psicológico. El sujeto político es colectivo, el sujeto amoroso es dual. Pensar el sujeto como devenir de una verdad designa una tarea de la filosofía.

- ¿Siempre este sujeto resulta efecto de un acontecimiento?

- Pienso que sí, que efectivamente hay sujeto a condición de un acontecimiento. El sujeto amoroso, por ejemplo, no puede surgir más que a condición de un encuentro. El sujeto es un mixto, ya que depende del acontecimiento que surgió de una situación, pero también depende de la situación particular donde trabaja la verdad. El sujeto político, cuando existe, está bajo una doble coacción. Por un lado, como cualquier otro sujeto, se apoya fielmente en un acontecimiento, así como hubo comunistas en el siglo XX en relación a la revolución de octubre del 17. Por otro lado, el sujeto político se encuentra en una situación que tiene sus propias reglas. Una vez más el sujeto es mixto: no es reductible, ni a la situación particular ni al acontecimiento.

- ¿Pero este sujeto mixto, sin objeto, tampoco tiene cuerpo? Usted no lo menciona demasiado, en todo caso.

- Pero si no hay más que cuerpos... Más aún le digo: mi problema fundamental consiste en qué es el cuerpo de una verdad. Se trata siempre, en una verdad, de cuerpos humanos singulares. Lo que me interesa se refiere a lo que es capaz un cuerpo, en un sentido incorporal, aunque evidentemente esa capacidad del cuerpo siempre se vincula a cuerpos singulares. Pero agregaría: sólo hay cuerpos y deseo, puesto que las verdades del sujeto exigen un deseo y una continuidad de ese deseo. Cuando Lacan dice que no ha que ceder en el deseo, para mí quiere decir que la ética de un sujeto es siempre no ceder en cuanto a una verdad. Y esto se vincula al cuerpo, ya que lo que está tomado en todo este asunto es el cuerpo. Finalmente cuando se cede al deseo se trata siempre de una debilidad del cuerpo. De fatiga, de cansancio.

- ¿Cómo sería posible un sujeto deseante sin objeto?

- Cuando hablo de sujeto sin objeto hablo del sujeto que se constituye en un proceso de verdad, donde el sujeto es llevado por el deseo en el sentido de Freud o Lacan. El sujeto del que hablo se construye sobre el deseo, pero no se reduce al deseo. Lo cual no quiere decir que el sujeto deseante no tenga un objeto. En otras palabras: toda verdad se hace con otras cosas aparte de sí misma. Con cuerpos, deseos y objetos. Ahora bien, esa verdad misma no tiene objeto. Si usted quiere: la verdad es un sin objeto, hecho con objetos.

- ¿No cree usted bastante difícil, en el orden tecnocapitalista imperante, el surgimiento de acontecimientos y sujetos, de verdades y cuerpos singulares, en ruptura con ese orden?

- Ahora el que pregunta soy yo: ¿ le parece a usted que este capitalismo va a ser eterno? Tiene apenas diez años. Para la filosofía es casi nada. Nosotros, los filósofos, somos inmortales... Aún, en realidad, vivimos en la época abierta por Platón. Pero, usted sabe, el concepto de acontecimiento define lo imprevisible mismo. Además, siempre hay algo para hacer. El lugar puede ser restringido, la acción casi invisible, pero siempre se puede ser fiel a principios o a antiguos acontecimientos. Y si no es posible es porque uno está cansado, fatigado.

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