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Sobre Carl Schmitt

La mirada de Jano. Ensayos sobre Carl Schmitt. Autor: Carlo Galli. Género: ensayo. Editorial: Fondo de Cultura Económica.

RUBÉN H. RIOS

Si el nombre del jurista alemán Carl Schmitt (1888-1985) despierta tanto el rechazo por su compromiso con el régimen nacionalsocialista como la admiración ante uno de los grandes pensadores políticos del siglo XX, Carlo Galli (Universidad de Bolonia) no esquiva ni lo uno ni lo otro. Expulsado del partido en 1936 por las SS debido a su catolicismo y a un pensamiento refractario a la ideología völkisch nazi, según se manifiesta en Principios políticos del nacionalsocialismo (1933), y a cierto antisemitismo oportunista, como el que aparece en El Leviatán en la teoría del estado de Thomas Hobbes (1938), Schmitt se excusa de ese período en una anotación de 1947 incluida en Glossario (2001) como una traición a sí mismo, pero también lo justifica en Ex captivitate salus (1950) por la caída de la República de Weimar y la propia imposibilidad para sustraerse de los problemas jurídico-políticos del momento. De cualquier manera, Galli separa nítidamente las tres fases del pensamiento schmittiano (el de Weimar, el nazi y el de posguerra) y muestra cómo uno procede del otro en consonancia con la situación política interna alemana y mundial, y de qué manera y en qué sentido sus principales tesis se mantienen y se transforman dentro de una problemática política que jamás abandona: el del conflicto y el orden.

El título del libro de Galli alude a la capacidad de Schmitt de captar los dos lados contrapuestos de lo político, es decir, ese doble aspecto que va del caos al orden, de lo informe a la forma, de la guerra a la paz, o la inversa. De igual modo, también la teoría schmittiana participaría de esta duplicidad a través de una oscilación irresoluble entre conservadurismo e insurrección, entre tradición e irreverencia, entre deconstrucción y construcción, entre ciencia y literatura. Por ello sería al mismo tiempo correcto e incorrecto considerarlo un pensador católico autoritario (pues no hay clericalismo en él) y antimoderno o derechista y reaccionario. La reflexión de Schmitt se ubica en el contexto de la crisis del estatalismo en el siglo XX como una crítica radical al Estado de derecho liberal moderno a partir de la concepción de un orden político (extraño a la modernidad), conflictivo y no pacificado. El catolicismo, en ese sentido, como en Catolicismo romano y forma política (1923), se usa como un método de distanciamiento del Estado y la política moderna, cuya forma adecuada lo expresa aquel pero no posee una genuina dimensión pública sino compone un conjunto de individuos privados que se creen resguardados por el Estado y en realidad se encuentran bajo el dominio de la técnica. De esta época proviene Teología política (1922), en donde, a la inversa de la perspectiva liberal y el positivismo jurídico, el Estado presupone el orden jurídico y ello se origina ante el desorden – el caso de excepción –, al cual pretende poner fin mediante una “decisión soberana” (el llamado “decisionismo”) que precede a todo derecho y lo funda. Precisamente la neutralización de ese caos pre-estatal indica la característica del Estado moderno, que como Dios fundamenta el orden.

La cumbre, según Galli, de Schmitt es El concepto de lo político (1932) con su famosa (y malinterpretada) fórmula amigo/enemigo, cuyo contenido no se agota simplemente en la enemistad política, y donde esa escisión entre el derecho y la realidad caótica lleva el nombre de “lo político” como la coexistencia no pacificada de orden y de desorden, de poder constituido y poder constituyente. Esto ya se registra en el notable estudio La dictadura (1921) respecto de la violencia política ni del todo legalizada ni neutralizada en el Estado moderno y después, en Teoría de la Constitución (1923) y en el jacobinismo de Los fundamentos históricos-espirituales del parlamentarismo en la situación actual ( 1923) o en Referéndum e iniciativa popular (1927), textos estos que definen la democracia como un orden que se realiza a través del conflicto y la exclusión y de una “decisión” originaria. Así, el abandono del “decisionismo”, producido luego de la caída la República de Weimar, precipita a Schmitt a la ideología jurídica del “orden concreto” y al nacionalsocialismo. Expulsado de éste, y hasta su muerte, el horizonte reflexivo schmittiano es el de la superación del Estado (llamado a desaparecer) y el de la conformación de grandes espacios planetarios, cuyo momento culminante lo alcanza El nomos de la tierra (1950).Para Galli, el pensamiento de Schmitt se inscribe en la modernidad estatal y jurídica y (como él mismo lo reconoció hacia el final) no sirve en la era global, pero las soluciones a los problemas políticos de esta nueva era empiezan donde termina la deriva schmittiana.

Publicado en el suplemento de cultura del Diario Perfil el 23 de septiembre de 2012, con el título "Por la unidad política".

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